Espeluznante, terrible, atroz. Dentro de estas palabras se
explaya un mundo de figuras y formas que nuestra imaginación teje y sigue
tejiendo en movimiento sin tiempo. De todas esas formas que el lector irá
imaginando, viendo y sintiendo habrá algunas que nos son comunes y allí radica
la comunicación. Mientras se continúa el ejercicio de imaginar cosas espeluznantes
le comento que los venezolanos en su situación actual nacional recurren a esos
ejercicios imaginativos porque lamentablemente son muchas veces reales y concretos, tantas
que ha parte del mundo les cuesta creer. Violencia, miedo, incertidumbre, es
recurrente en el ánimo de los venezolanos. No seré lo suficientemente agobiado
de la situación nacional, para no suponer que Occidente vive la incertidumbre
en muchas de las dimensiones de la vida social, en las ideas, en las
representaciones, en los horizontes civilizacionales, etc. Sin embargo la situación
venezolana es un agudo proceso de decadencia sostenida.
No hemos sido capaces de crear espacios de mediación estructural,
ni individual. Una cultura que al parecer le cuesta objetivizar sus buenas costumbres. Por un
lado tenemos cierta “estabilidad”
cultural en el seno de nuestros sentidos como comunidad; comida, tradiciones,
lengua, gustos, música, estética, etc. Pero cuando uno empieza a construir una ética
que se desprenda de nuestra naturaleza cultural, en su diversidad, donde
nos podamos aproximar, dentro de los
limites del respeto innegociable al otro, a la paz y a la libertad nos damos
cuenta que el fracaso de construirnos en identidad política y económica es
absoluto.
El sabotaje del mundillo político y social es grande y el
primer actor: “La revolución Chavista” y de ahí la lista es grande. No es un
sabotaje creado por la revolución, el sabotaje viene desde la fundación de la nación,
pero como en los grandes estrenos tenemos actores estrella en cada función histórica.
Y en esta función, el chavismo y la sociedad malcriadora se ha llevado todos
los aplausos.
Por ahí leí que es más fácil ser consumidores que ciudadanos
y creo que ahí el Radar de los Barrios da en una de las pocas pero potentes
arterias venenosas de la sociedad venezolana.
La empresa de la revolución al parecer ha sido destrozar
todos los espacios de mediación entre la gente y las estructuras, ha creado
grandes circos, grandes “realidades” y ha intentado por todos medios crear la
realidad desde la palabra. Sin embargo la realidad resiste y resiste y cada vez
más agudiza los síntomas de que el discurso y ella no están en la misma onda. No
tengo ganas de hablar de ineficiencia, corrupción, impunidad, asesinatos,
sectarismo, militarismo, comunismo rancio, boliburgueses, narco Estado,
contradicciones, mentira, monopolios, negocios, colectivos armados, delirios, megalomanía,
caudillismo, conspiración, miseria, autoritarismo, etc. Ni análisis rígidos, si
no de la percepción de la decadencia que se sufre y se padece, en uno que otro fenómeno.
Entre las muchas cosas que preocupan algunas se han puesto
en relieve últimamente. Una es el aburrido y extendido pensamiento que la
sociedad venezolana es demócrata hasta los tuétanos y la segunda uno de los
grandes cánceres de nuestro país, la doble moral venezolana.
De lo primero podemos decir que esa idea se expresa todos
los días en columnistas e intelectuales de lo fatuo, si bien es cierto, cierta
gente en la nación tiene clara conciencia de que debemos apuntar a vivir en un lugar
donde no quepa la opresión, la arbitrariedad, la explotación etc. Y donde se resalte el respeto, la
diversidad, lo local, la autogestión, lo nuestro. La gran mayoría de este país sufre
el chantaje de la miseria, de la pobreza, del consumo. Y esta es un variable
que alimenta la irresponsabilidad nacional, la violencia, lo superficial, la
poca moral, la doble moral, los predestinados de la grandeza sin forjarla, la poca
ética que contribuye a crear un mundo en que la única representación legitima y
socialmente prestigiosa es la mercancía, en cualquiera de sus presentaciones.
Venezuela es una gran máquina de consumo superficial, no por nada
importamos todo. Muchos intelectuales culpan sostenidamente a las variables
estructurales por la vorágine importadora y consumista, que tiene los campos y
lo nuestro abandonado, pero no solo es eso cada vez más se vuelve la cultura de
lo instantáneo, efímero y arribista.
¿Donde esta el espíritu demócrata? Al parecer lo único que
hay que hacer es sobrevivir, y no importa como, no hay escrúpulos a la hora de
sobrevivir y por ahí nos pasamos la democracia, la vida, la ciudad, lo bueno,
lo malo. Disculpa aquí estamos sobreviviendo.
Un lugar donde quienes hacen negocios con las divisas y el
control de cambio, son considerados prestigiosos empresarios con negocios en
Panamá y Miami. Señor disculpa que se lo mencione pero Usted esta estafando a
la nación y en consecuencia a cada uno de los venezolanos, usted le roba el
dinero a todos los niños que se le debe una educación de calidad y gratuita.
No es un ejercicio de antidemocracia al estilo
totalitario, es un ejercicio de pocos escrúpulos ante todo. Aquí la comunidad,
los bienes culturales, las potencias de nuestro carácter se ven anuladas en el
discurrir de la improvisación, el desastre, la violencia. La complejidad es
tildada de aburrida.
La doble moral no tiene limites un país que es el puente del
narcotráfico, donde salen avionetas a todo el mundo diariamente, donde ni
siquiera en Paria se puede navegar por que las aguas están tomadas por los piratas
empleados de los Narcosoles e ir a Maiquetía para salir de viaje es un
ejercicio de terror y maltrato por parte del brazo armado de nuestro Estado,
buscando las supuestas drogas. Donde se estimula la cultura del carro, la
gasolina, el plástico, estar encerrado, donde no hay parques, donde no se
pasea, ni se pinta, ni se escribe, donde el arte es excepción. Donde el
conservadurismo evangélico impera, donde ninguna de las leyes de flexibilización
legislativa que apuntan a otros horizontes políticos, y en armonía con la
sociedad libre, se ha al menos discutido.
Ni la ley de matrimonio homosexual, legalización de las drogas, ley de protección
animal, etc.
El doble juego de lo
formal y lo real perturba el espíritu de la nación hay más mentira que verdad.
Ante lo desolado del ejercicio de la praxis y la construcción
de nuestro destino, las grandes discusiones políticas he ideológicas se tornan ridículas
ante la abandonada realidad.
Ante la incertidumbre y la oscuridad con los metas relatos
de la teoría política de la modernidad, solo podemos asegurar pequeñas cosas y
entre la eficiencia y lo frágil de las transformaciones, debemos esforzarnos
por nutrir, cuidar, criticar duramente nuestra cultura y nuestra comunidad
humana, allí la potencia.
Por favor un poco de franqueza.
Ah y se me olvida, hay jugar bien nuestras piezas, estratégicamente,
en el tablero de ajedrez y salir a votar el 7-O. Aquí no es una cuestión de candidatos,
ni de socialismo y capitalismo, por Dios que infantil, si no de la conservación
de los mejores lugares de la cultura venezolana. Con lo bueno y malo de la opción democrática, significa lo diverso.
Es buscar transformación entendiendo
lo frágil de las sociedades, en un doble juego de revisar muy minuciosamente la
historia, sin que nos predestine absurdamente.