martes, 8 de diciembre de 2015

Ejercicio de frialdad.

Evidentemente la sensación es de alegría, alguna clase de justicia terrenal, de abrir ojos, de enterarse, de expresarse, de dejar claro una posición, de manifestar una actitud que exige el respeto al otro para poder construir una sociedad demócrata. Sin embargo ya horas después la razón va decantando,  y va transitando de la euforia de un triunfo, más que merecido para la Mesa de la Unidad Democrática, al pensar lo que viene.
Se abre una nueva etapa en la historia contemporánea de los venezolanos, si somos fieles al espíritu del parlamento, tendremos un ejercicio de contraloría, direccionalidad y oposición con capacidad de acción real dentro del Estado Venezolano, que en primer lugar debería dejar de estar a disposición de los jerarcas chavistas que lo han utilizado para su enriquecimiento .
Creo que lo saben, pero debemos estar muy claro que el triunfo es la apertura a una transición política que solo será posible con una madurez de talante democrática tan grande como los testigos de cada mesa el 6 de Diciembre. Hasta ahora hay 112 diputados a favor del cambio en la sociedad venezolana, incluyendo los indígenas minoría que ha sufrido los estragos como nadie en Venezuela, recordemos el sicariato del líder indígena Yukpa Sabino Romero.
Ahora bien, es cierto que con esta mayoría calificada las competencias y transformaciones que pueden emprender desde la Asamblea Nacional son múltiples y profundas, sin embargo más allá de una arremetida al poder establecido estos 17 años es vital la ingeniería política del desmontaje con delicadeza y estabilidad de la maquinaria que ha tejido el régimen estos años. En ningún momento esto sugiere el desmontaje de ninguna reivindicación popular, por pobres que sean, es el desmontaje de las estructuras de poder verticales, arbitrarias y turbias del pasado. Comenzando por la libertad de los presos políticos y la vuelta de todos los exiliados. Es vital el esclarecimiento de responsabilidades y funciones de nuestras instituciones y la fuerza para re- institucionalizar nuestro Estado.
Debe pasar esto, por la unidad de la Mesa, por el debido diálogo interno, por saber construir espacios para dirimir diferencias y por más que no le guste a los que nos hemos opuesto al régimen todos estos años, por presionar que emerja del chavismo una fuerza nueva transicional ,  capaz de dialogar y comprender que Venezuela es otra.
Siendo leal a que las preguntas dicen más que las respuestas. Esto significa ¿Qué las FANB son una institución fuerte capaz de mantener sus limitaciones dentro de los cuarteles y no participar de la política y la vida civil? No ¿Qué las redes tejidas todos estos años de las economías subterráneas y sus consecuencias,  contrabando, narcotráfico, minería ilegal, y mafias de diferentes pesos y colores acabaran con sus jugarretas? No ¿Que el chavismo como movimiento reconozca que la sociedad se construye a través del diálogo, consensos y reconocimientos de diferencias, es decir que sea demócrata? No ¿Qué será fácil desmotar la maquinaria de propaganda de los medios sin que sea una cacería, si no lo legal-establecido? No ¿Qué en la unidad debe superar sus diferencias más allá de la unidad electoral y construir un vía o pacto país? No ¿Qué aún existen bandas paramilitares armadas pro chavismo que cada vez son más independientes y armadas fuertemente? Tampoco.

Esos son unos pocos de los grandes retos de la Unidad que se ven en la cercanía, por no hablar del futuro y la construcción de una Memoria histórica que nos impida olvidar los duros y oscuros años que hemos vivido a diferencia de Bassil, Redman, Geraldin, Brito y otros 120.000 asesinados.