sábado, 23 de agosto de 2014

“Así mijo, sigan luchando. Señora nos da la cola por favor. Ay mijo disculpa” Sobre la detención de Emerson Cabaña, Felipe Cuevas y Johan Martín.


En medio de una disputa del condominio, que a pesar de mi corta edad, había estado impulsando con otros vecinos desde hace algunos años, ya que el compromiso con lo real es poco. Entre gritos y pretensiones arbitrarias desde aquellos que creen poco en la vida en armonía con los otros, decidí atender una llamada que vibraba en mi bolsillo. No sé porque pero en un momento tan incómodo para contestar lo hice, una voz poco familiar con dejos de poca educación me susurraba en clave que el campesino y el chileno estaban en el Helicoide, se cae la llamada. Ya un poco más alerta me alejo de los gritos vecinales y me encierro en una habitación, vuelven a llamar y contesto. En efecto están en el Helicoide, no puedo decir más ya que quien lea esta nota, puede tomar nota. Confirmando que las pesadillas se hacen realidad. ¿Qué hacer? Bien, en primer lugar comprender que el Estado y su maquinaria han secuestrado a dos nuevos compañeros, luego me confirman que son tres nuevos a la lista del Helicoide, nueva maquinaria de terror.
Y comienza una larga noche, basta y terrorífica noche donde la no institucionalización de la detención lamentablemente suena llamativa para que salgan en las sombras y nada pasó. La regularidad del proceso judicial puede llevar a un pulso político que probablemente desemboque en la detención larga y prolongada de mis compañeros, como otros que hoy día pasan sus horas encerradas allí. Esperemos unas horas.
Pasan largas y densas horas de llamadas regulares y rumores de miedo. ¿Estaba esto preparado? ¿Dónde los detuvieron? ¿Cómo detienen a un dirigente político chileno, de forma arbitraria en el silencio de las dictaduras? Y llega una amarga mañana, nuestra organización estudiantil en coordinación con las organizaciones donde hacen vida nuestros compañeros nos pronunciamos en un manifiesto público. Me buscan y comenzamos a recolectar toda la información posible.
Resulta que Emerson Cabaña, Felipe Cuevas y Johan Martín van a visitar a Sairam Rivas compañera presa hace 100 días. Entran pero no salen. Ahora bien, trata de pensar. Los políticos, aunque no sean democráticos, tienen salas situacionales, pero ¿También las tienen las corporaciones mafiosas?  Un equipo de universitarios, voluntarios y miembros del partido del compañero se activan.
La UDI partido del compañero Felipe exige la liberación, al menos algo de presión internacional nos beneficia ante la diplomacia de los petrodólares. La familia llega, les explicamos, ahora hay que esperar. Aún no dicen nada, no hay cargos, no hay reconocimiento de la detención, por ahora esto es un secuestro.  Solo queda esperar hasta cierta hora para determinar otras acciones.
Solo veo las caras de los más cercanos a Emerson, son mis amigos, mis compañeros de mil luchas, y que cara tenemos. La francesa que vive con mi compañero no aparece, solo rumores de un allanamiento nocturno. Sueltan a Felipe, esto es una noticia agridulce, más agria que dulce producida porque los diputados de la UDI iban a llegar en un vuelo al día siguiente. Salen dos camionetas del Helicoide hacia el aeropuerto y Felipe es puesto en el primer vuelo fuera de Venezuela, destino Colombia.
Ahora bien, se enreda más el papagayo, aparentemente los acusan de tomar fotos dentro y de entrar con identificaciones falsas. Falso rumor que sale por los huecos del Helicoide. Dicen por ahí, como dicen los cuentos de fantasmas que los van a soltar, realmente el equipo no confía en nadie, lamentablemente en nadie. Oportunistas, forajidos de medios, trepadores del poder siempre acechan con mezquindad. Ya tengo 30 horas sin comer ni dormir, no tengo apetito.
Paciencia nos decimos, esto puede llegar a ser un maratón de meses, cada hora es un escenario distinto, la ansiedad es el peor enemigo, debemos tener sangre fría en esta tierra calientísima.
Por fin, algo oficial, los abogados que luchan contra el leviatán de las influencias y poder fuera de toda norma nos van diciendo la formalidad del proceso, al parecer mañana lo presentan en tribunales, cargo: Desacato de la autoridad. Fuera del debido proceso todo, si todo. Veinte minutos después salen dos camionetas, llegan a tribunales, una abogada del equipo se está yendo después de una larguísima jornada, advierte que llegaron. Emerson y Johan, un minuto antes que  le asignen un defensor público logra asumir su defensa. Me atraganto con algo que después de 30 horas sin comer me obligaba y salimos disparados al tribunal en el centro de Caracas.
Emerson extiende la mano, en una larga fila de criminales y sin audiencia le dan el resultando de su “juicio” presentación cada treinta días. Se ríe.
Afuera tratando de no ver al hampa que ha hecho suya nuestra ciudad, pasan motos, hombres armados y el orden de la violencia reina afuera del palacio de justicia, sí,  palacio. Me tomo un guayoyo de carrito a las diez de la noche, salen graneados hombres jóvenes, o mejor dicho muchachos al final de la adolescencia, a la mayoría nadie los espera, se frotan las muñecas de las  apretadas esposas.
Lamentablemente y con mucho dolor, no puedo dejar de tener algo parecido a la felicidad, lo van a soltar. Alguien me llama, es él, se ríe, le digo que me ha quitado años de encima pero realmente fue el poder quien me los quito. Sale, lo abrazan, le toman fotos. Llegan los guardianes del Helicoide se lo llevan, lo seguimos después de una hora esperando afuera en el sitio más terrorífico de Caracas, entre ellos y el hampa afuera, esperamos.
Sale con Johan. Lo despido, se va con su familia. Ya mañana es otro día en Venezuela. Como dijo un compañero muy querido: “Yo quiero un país donde los viernes en la noche no tenga que esperar a un amigo que lo suelten afuera del Helicoide”
Apareció la francesa, la tuvieron detenida 18 horas, en efecto allanaron sin orden alguna, todo desapareció. Y allí siguen más compañeros, los ucvistas Sairam, Abril y Dioris. Gente muy joven detenida por protestar derechos, se reparten en cuartos lúgubres en la morada del poder.
¿Es prudente escribir esto? Creo que no. ¿Es inteligente? No ¿Es políticamente astuto? Tampoco. Sin embargo los venezolanos tenemos derecho a la verdad, tenemos derecho a poner en relieve lo que sucede, no podemos ver a un lado de la historia. Así son las cosas, mientras unos engullen desde el poder de las corporaciones mafiosas, los ciudadanos nos apresan y nos oprimen con todas las herramientas disponibles.
Libertad a los presos políticos.
Me acuesto, no puedo dormir. Ya mañana es otro día en Venezuela

Francisco Calderón Alcalá

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